Existen muchas formas de ver la red
telemática conocida como Internet: un nuevo medio de comunicación de alcance
mundial, una biblioteca universal, una zona de esparcimiento multimedia... pero
nosotros vamos a optar en el caso de su uso doméstico por un símil que nos
permita comprender su doble cara: positiva y -potencialmente al menos- negativa.
Así pues pensaremos en Internet con una nueva puerta que construimos
virtualmente en nuestra casa el primer día que nos conectamos.
Esta puerta nos permite salir de
nuestra casa sin pisar la calle: conocer otros lugares y a otra gente, adquirir
nuevos conocimientos, realizar trámites, disfrutar de innumerables opciones de
ocio, viajar de forma virtual por todo tipo de centros de diversión, estudio,
compras o de noticias. Se convierte así en nuestro punto de acceso interactivo
a la aldea global, al mundo, a esos millones de páginas de información y esos
millones de viajeros que como nosotros interactúan en este ecosistema virtual.
Pero una puerta, además de para
salir, también sirven para entrar. Y es ahí donde comienzan los peros de la
Red: ¿qué entra en nuestra casa a través de Internet? No todo el mundo lo tiene
claro, de hecho, muchos usuarios ignoran en realidad que tienen esa nueva
puerta mal cerrada o directamente sin cerradura. Esto es especialmente grave al
contratar servicios de banda ancha cada vez más potentes. Pero lo peor es que
existe un desconocimiento social abrumador en cómo afecta esa desprotección de
nuestros hogares a sus miembros más vulnerables: nuestros hijos. Porque no
podemos olvidar que los niños usan ampliamente el ordenador (en algunos países
hasta el 97% de los menores entre 9 y 16 años) y, si el ordenador dispone de
conexión a Internet, estamos dejando a nuestros hijos en un entorno cuyos
riesgos desconocemos.
Los peligros de la red admiten varias
clasificaciones, pero si atendemos a las causas y consecuencias, podemos pensar
en la siguiente:
Recuperado de: http://www.pantallasamigas.net/proteccion-infancia-consejos-articulos/internet-una-puerta-abierta-en-nuestras-casas.shtm
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